miércoles, 3 de febrero de 2010

Leire, nuestra Leire Pajín

La primera vez que leí acerca de Leire Pajín fue en una entrevista por ser la diputada más joven en una legislatura (qué sabia es la mente humana, que no alberga en el largo plazo el recuerdo del dolor). En esa entrevista afirmaba que sí, que ya había ido al Congreso de empalmada tras una noche de juerga (por menores alardes se ha llegado a despedir a gente en empresas). Luego entró en la Agencia de Cooperación y se fue del país; "lógico", pensé yo. Pero no. Era un premio. Era un ir a foguearse para luego volver. Y volver con la frente (marchita o no, pero con ese peazo de frente) al Ministerio de Exteriores.

El caso es que siempre encuentro cierto placer, regocijo más bien, cuando veo a Leire Pajín en una de sus ruedas de prensa. Entre que dice cosas que no interesan a nadie, ojo; ni a los suyos si no es para luego dar leña en los bares, y cómo las dice... miren, Déjenme que les cuente una pequeña historia. Durante cierto tiempo frecuenté unas compañías con tintes progresistas y en ocasiones creo que si tuviera hijos no recomendaría, pero eran políti... bueno, miembros activos del partido que nos ocupa el gobierno, que iban desde diputados a concejales. No frecuentaba por afinidad, sino por negocios, pero me invitaban a sus fiestas y eventos. En una de esas se me ocurrió pegar el oído en una conversación de esas que me habían sido referidas como "¡qué gusto hablar con fulanito de política!" y, sorpréndanse que sólo hablaban de qué majos eran ellos y que tontos eran los otros. Sorpréndanse, digo, por mi candidez al esperar oir comentarios de alta política proveniente de diputados, mientras que lo que obtuve lo podía haber escuchado en cualquiera de esos bares arriba referidos.

Pues bien; esta sensación la tengo de nuevo cada vez que aparece en los medios Leire Pajín. Escuchen con atención su cadencia y oratoria cuando tiene un papel delante, porque lo único que acierta a hacer es a declamar (y regular, muy regular) enumerando ideas de patio de colegio. Unos textos que seguro encuentra geniales en el espejo de su casa pero que debería contrastar con alguien antes de sacarlos a la luz. Cuando no tiene papel, no deja de ser una forofa.

Pero ésta es nuestra clase política con el barniz, en el caso de Pajín, consecuente de nepotismo.

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